No suelo hablar del dolor en público. Soy más de vivirlo en silencio, entre las paredes de casa, con los más cercanos. Pero hoy quiero abrir un pedacito de mi historia, no solo desde la pérdida, sino también desde el cariño y la inspiración. Porque sí, nuestras mascotas se van… pero su huella permanece, incluso en lo que creamos.

Hoy quiero presentarles a tres amigos que marcaron mi vida y que, de alguna manera, siguen vivos en mis ilustraciones: Cucú, Sunny y Kyra.

🦜 Cucú

Un loro churica que, en lugar de encontrarlo yo, me encontró él a mí.
En 2005 trabajaba en animación en Caracas, y un día mis compañeros aparecieron con una sorpresa: un lorito travieso rescatado cerca del Museo de los Niños.

Lo adopté enseguida y fue mi mamá quien le puso nombre: Cucú, así llamaba cariñosamente a la gente “un poco loca”. Y vaya si le hacía justicia.

Dormilón por las mañanas, lo tenía pegado a mí como un gato. Pero en cualquier momento se transformaba en un torbellino de picotazos. Adorable, caótico, divertido… imposible no dibujarlo una y otra vez.

🐶 Sunny

Después llegó Sunny, un Golden Retriever con un corazón inmenso.
Era pura alegría y ternura, el compañero de viaje perfecto, siempre debajo de mi escritorio mientras dibujaba, recordándome con su mirada dulce que nunca estaba sola.

Tenía esa capacidad mágica de detectar mis bajones antes que yo misma. Y con solo estar ahí, lograba animarme.

🐕 Kyra

La última en llegar fue Kyra, una mestiza de ojos profundos y miedos antiguos. La adoptamos con 5 meses para acompañar a Sunny, pero en realidad terminó acompañándonos a todos.

Llevaba traumas que marcaron su carácter, pero también me enseñó lo que significa la lealtad. Era mi E.T.: si yo enfermaba, ella también. Compartíamos un lazo inexplicable.

Su partida, hace apenas 8 meses, todavía duele. Pero la llevo conmigo, en mi piel y en cada trazo que dibujo.

La gran aventura de mi vida

Sunny y Kyra no solo compartieron conmigo una casa. También fueron parte de la gran aventura de mi vida: la migración.
Dejamos Caracas atrás para empezar de cero en Málaga. Ellos viajaron conmigo, con su inocencia y su confianza absoluta, sin saber que ese viaje cambiaría nuestras vidas para siempre.

No sé si me habría atrevido a tanto sin su compañía. Tenerlos a mi lado me dio fuerza y me hizo sentir que, aunque todo era nuevo y a veces incierto, al menos estábamos juntos.

Las mascotas y la creatividad

Quienes amamos a los animales sabemos que no son “solo mascotas”. Son familia. Se meten en nuestras rutinas, en nuestras emociones… y en mi caso, también en mis ilustraciones.

Ellos estaban ahí en cada jornada creativa: Sunny y Kyra bajo el escritorio, Cucú sobre el monitor o caminando como jefe por el teclado.

Y aunque ya no estén físicamente, siguen latiendo en mi obra: a veces se disfrazan de personajes, otras se esconden en pequeños detalles que solo yo reconozco. Fueron parte de mi vida, y por eso también lo son de mi arte.

Hoy los extraño, sí… pero al recordarlos no siento solo ausencia, sino gratitud. Porque su paso por mi vida me dejó mucho más que recuerdos: me dejó color, ternura, anécdotas mágicas… y una inspiración que nunca se apaga.

¿Te gustó este post? ¿Tienes una mascota que te inspira? Me encantaría leerte 💛

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