Todo comenzó con Flash (y no el superhéroe)
Mi primera invitación de bodas la hice en Flash. Sí, ese programa de animaciones que ahora es casi pieza de museo digital. Era 2006, y si tú también sabes lo que era guardar un archivo en .swf, ya somos dos mayores en esto del diseño 😅
La animación era sencilla, con una pareja de palitos que viajaba junta mientras sonaba una canción de Los Amigos Invisibles. Recuerdo lo mucho que me divertí haciéndola, sin saber que ese sería mi primer paso en un camino lleno de historias de amor ilustradas.
🏝Una postal del Caribe y un regalo muy especial
Unos años después, hice una invitación muy distinta: una postal de un atardecer caribeño. Esta vez no hubo animación, pero sí mucho cariño. Era un regalo de boda para unos amigos muy cercanos, así que ponerle alma fue fácil. Fue una de esas bodas en las que también fui invitada (y no solo mi dibujo), lo que hizo que todo tuviera aún más sentido.
Esa ilustración se convirtió en recuerdo, en portada de una historia bonita que se vivió con los pies en la arena y la brisa del mar de fondo. Uno de esos trabajos que no se olvidan.
🐶Mascotas, paisajes y agendas de boda
Ya en España, empezaron a llegar más encargos: invitaciones con los paisajes del lugar donde se celebraba la boda, que muchas veces hablaban por sí solos. Otras parejas querían incluir a sus mascotas (los verdaderos protagonistas, para qué negarlo). Y también estaban los que me pedían que ilustrara el itinerario completo del día. Como una hoja de ruta ilustrada para sobrevivir al evento con estilo.
Y sí, también ha habido cambios, detalles inesperados y personas encantadoras que lo han hecho todo más divertido. Cada historia tiene su propio ritmo, y mi trabajo ha sido encontrar la forma de contarlo en papel… o digital.

👰♀️Yo no soy muy de bodas (pero sí de historias)
La verdad, las bodas no son mi escenario favorito. La mía fue en secreto, con cero protocolo, lo cual a mi madre no le hizo mucha gracia (spoiler: algún día me organizará una a su manera, estoy casi segura). Pero sí me gusta ser parte de las bodas de otros. Aunque sea desde el dibujo. Aunque solo aparezca en el papel.
Hay algo muy bonito en saber que tus ilustraciones están ahí, en ese día que tantas personas esperan con ilusión. Que formas parte de una historia de amor sin ser el foco, pero sí un pequeño hilo visual que lo une todo. Un detalle con alma. Un recuerdo que se queda.
Así que sí, sigo diciendo que no soy muy de bodas… pero cuando se trata de ilustrarlas, ahí sí que me apunto.